Capítulo V
Importante:
El contenido ofrecido de forma gratuita es únicamente para uso personal. No se permite su reproducción, redistribución ni uso comercial sin autorización expresa del autor. Al acceder a este contenido gratuito, aceptas los términos completos de uso descritos en la obra.
- “¿En qué puedo ayudarte?”, le pregunté.
- “Sentémonos a revisar estas cifras. No concuerdan con mis informes.”, respondió.
Habían pasado más de dos horas, y solo hablamos de trabajo. No podía dejar de pensar en que esa no era la conversación que debíamos tener. Pero tal vez era mejor así … él se habría cansado de esperar una respuesta, y era mucho más fácil dejar las cosas dentro del terreno profesional.
- “Necesito varias copias del informe corregido, por favor. Es urgente que me lo entregues esta misma tarde.”
- “Claro, lo haré este momento.”, respondí fríamente.
Ya en mi oficina, sentí un inmenso deseo de llorar. Sí, yo fui quien se alejó primero, con indiferencia, pero entonces ¿por qué me dolía tanto su frialdad?, ¿por qué no podía sobreponerme a las expectativas, a las fantasías? Él ya lo había superado, y yo solo tenía que seguirlo en la misma dirección. De pronto, cuando estaba en el pequeño cuarto de copiado, sentí como la puerta se cerraba detrás de mí.
- “¿Qué me hiciste?, ¡dime!”, dijo, visiblemente molesto.
- “No sé a qué te refieres, por favor quita el seguro y abre la puerta.”, le respondí seria y un poco angustiada por su reacción.
- “No puedo dejar de pensar en ti, ¡no lo consigo! ¿Por qué no me dejas estar de nuevo junto a ti? Solo necesito eso …”, me decía exaltado, mientras me sostenía de los brazos con sus manos.
- “Yo … no sé a qué te refieres …”, dije titubeante, mientras sus enormes ojos negros me miraban con desesperación. Entonces me aparté de él y le respondí “… te voy a decir lo que siento, pero debes dejarme hablar, ¿sí?, no te acercarás ni me interrumpirás con tus insinuaciones eróticas, para que yo pierda el control de mí misma … Esto es importante para mí, ¿sí?”
- “Bien, … lo prometo.”, dijo seriamente, mientras se apartaba.
- “Mis pasadas experiencias me han marcado, profundamente. En ellas, me perdí a mi misma, porque cedí todo el control. Y siento que contigo es igual, … y es muy pronto para hablar de ello, todo es muy nuevo y reciente …”, respiré profundamente, y continúe diciéndole: “… pero yo anhelo sentirme amada, y amanecer junto a alguien con quien pueda compartir más que el sexo y las fantasías. Estoy cansada de no tener lo que quiero, y no sé si pueda esperar a que tú estés listo.”
Él se quedó mirándome, fijamente, y notablemente asombrado. Yo no sabía que más decirle, y esperaba una reacción de él, de cualquier tipo. Pero solo me miró, durante unos interminables segundos.
- “¿Eso es todo?”, me preguntó con cierto enfado.
- “¡Son mis sentimientos, no te burles de mí!”, le respondí, exaltada.
- “¡Está bien! Ahora te voy a dar mi respuesta, … te pido igualmente que no me interrumpas, pero debes dejar que me acerque a ti, porque esto no lo puedo decir desde lejos.”, dijo, en tono desafiante.
- “De acuerdo, acércate.”
Mientras venía hacia mí, sentí como mi respiración empezaba a agitarse. Él me miraba como antes, con anhelo, con deseo, y yo no podía contra eso … jamás podría. Yo sentía entre sus brazos el calor de una pasión que nunca antes experimenté con nadie, pero esa pasión me quemaba tanto que perdía fácilmente el control de mí misma.
- “¿Recuerdas que una vez me dijiste que yo iba a ser un despojo de hombre tras de ti, esperando a que me abrieras la puerta, para hacerlo contigo?”
- “Si, lo dije ebria y …”, no me dejó hablar más.
Puso su dedo sobre mis labios, acallando mi respuesta, y acercándose peligrosamente hacia mi boca. Se contuvo de besarme, y siguió hablando.
- “Lo he sido durante mucho tiempo, mucho antes de esa noche en que empezó todo. Te he visto recorrer los pasillos de estas oficinas, feliz, por tu relación pasada, y luego de un tiempo, terriblemente triste, por tu ruptura. ¡Yo quería hacerlo pedazos, por haberte dejado ir, por haber sido tan estúpido! Pero ahora eres mía, y si quieres que amanezca a tu lado, lo haré, pero con una sola condición.”
- “¿Me vas a poner condiciones?, ¿si escuchaste lo que te dije?”, respondí molesta.
- “Necesito sentirte totalmente mía, para poder quedarme a tu lado. Necesito estar seguro de que ya no lo amas a él. ¡Porque no voy a compartirte!”, me dijo seriamente.
Clavó su mirada en mí, y fue directo al corazón. Yo no sabía cómo responderle. Así que tuve que decirle la verdad.
- “Yo lo amé, y mucho. Si él no se hubiera ido, seguramente seguiría a su lado. Pero se fue, y con él también se fueron esos sentimientos. Yo ya no lo amo, eso se acab…”, y su boca me interrumpió, abruptamente.
Se abalanzó hacia mí, me llenó de besos, me tocó completa y placenteramente. Esperó a que me desvaneciera en sus brazos, como siempre, para pedirme que le cediera el control del momento.
- “Quieres hacerlo, aquí?, ¿ahora? Muero por morderte toda.”
Quería decirle que sí, que invadiera todos mis rincones, que me volviera nada en sus manos, pero esta vez debía ser distinto, si quería un futuro para ambos. Tenía que probarle que lo deseaba, pero que también podía ser fuerte y tomar el control de la relación.
- “Yo también lo deseo, pero quiero que hagas algo por mí, antes.”, le dije susurrándole al oído, como él solía hacerlo.
- “¡Pídeme lo que quieras!”, contestó.
- “¡Quiero chupártelo!”, le dije.
- “¡Queeee!”, respondió un poco abrumado, deteniéndose en seco.
- “Bájate el pantalón, quiero sentirte en mi boca, quiero que te vengas en mí.”, respondí ansiosa, mirándolo a los ojos, con provocación.
Era la única forma de tener control sobre su deseo, sin sucumbir a él. Iba a dominarlo desde su vientre, a verlo estremecerse hasta rogar para que me entregara a él.
- “¿Estás segura?”, preguntó.
No le respondí. Bajé su pantalón suavemente, y su palo está duro, grueso, erguido. Lo tomé con mis manos, y pasé mi lengua lentamente por todo su miembro. Me tomé el tiempo para sentirlo vibrar en mi boca, y mientras tanto lo miraba a él, directo a los ojos. Sentí como su respiración se agitaba, cada vez más, cuando mi lengua rosaba sus cuencas y su raíz. Cuando lo introducía en mí y lo masajeaba fuertemente, lo escuchaba decirme que no me detuviera. Tomó mi cabeza, y empezó a guiar el ritmo, cada vez más rápido, cada vez más excitante. De repente, me levantó del suelo, me tomó del cuerpo y me dijo.
- “¡Quiero metértelo por detrás!”.
- “No, aún no te has venido en mí.”, le respondí.
- “¡Te lo ruego, por favor!”, suplicó, mientras me besaba.
- “Me encanta que ruegues.”, le respondí.
Me di la vuelta, levanté mi falda, y me puse mi torso sobre la mesa de copiado.
- “¡Hazlo!, ¿qué esperas?”, le dije.
Me tomó con fuerza, como si jamás hubiésemos estado juntos antes. Luego, volteó mi cuerpo, me miró a los ojos, y dijo “Eres mía, solo mía”. Abrió mis piernas, y me penetró por delante y, mientras besaba mi boca, iba arrancándome en cada beso los labios, dejando humedad y calor en cada latido de su cuerpo. Con mis labios mordí su oreja, la lamí, hasta que él no pudo más, y se vino dentro de mí. Su respiración se fue normalizando, poco a poco, y yo busqué sus ojos para mirarlo fijamente, y decirle “Ahora eres mío, solo mío”. Y me sonrió, como si él hubiese estado esperando ese momento, desde hace mucho. Me abrazó intensa y cálidamente, desde su alma.
Me levanté la falda, y esperé a que él acomodara su ropa, para salir de ese pequeño cuarto que fue testigo de nuestras confesiones. Mientras iba a mi oficina, sentí como me elevaba. Había sido él, quien se abrió hacia mí, quien se rindió a mi placer, y todo el miedo que sentía antes, se desvaneció. Él ya no podría atravesar mis fronteras, sin que yo le permitiera, y en su entrega completa a mí encontraba la seguridad para yo entregarme también, por completo. Casi era hora de salir, cuando llegó un mensaje a mi teléfono.
- “¿Quieres cenar conmigo, en mi departamento?”, preguntó.
- “¿Cocinas?”, le respondí asombrada.
- “No, pero hay un buen restaurante cerca, con envíos a domicilio.”, contestó.
Íbamos camino a su departamento, cuando lo noté un poco estresado por un problema grave de la oficina.
- “Todo saldrá bien, te lo aseguro.”, le dije.
- “Si, lo sé. Solo que va a ser complejo resolverlo. Debo pensar muy bien en lo que voy a hacer.”, respondió.
- “Tienes toda la noche para resolverlo. Ahora relájate, ya habrá tiempo para que te preocupes.”, contesté sonriente.
- “No, la noche va a ser toda tuya. Te lo has ganado.”, me contestó sonriendo como siempre, desarmándome por dentro. Mi amado maldito.
Llegamos al estacionamiento de su edificio. Estaba muy solitario, para mi gusto. Era una nueva construcción, en la que apenas se habían vendido dos departamentos hasta el momento.
- “Vamos, te tengo una sorpresa.”, dijo sonreído.
El guardia del edificio estaba a unos pocos metros del auto. Era un hombre algo mayor, que parecía estar dormido. No tenía mucho trabajo, así que era muy lógico que se tomara una siesta. Busqué en los alrededores, a ver si alguien más podía observarnos. Pero no había nadie.
- “Puedo pedirte algo, antes de bajar.”, le dije, mirándolo fijamente.
- “Claro, dime.”, respondió.
- “Quiero que me dejes terminar algo que empezamos en el cuarto de copiado. No me gustaría que quedara nada inconcluso entre los dos.”, le dije mirándolo seriamente.
- “¿Algo inconcluso, dices? No sé a qué te refieres.”, dijo extrañado.
Le abrí su cinturón, y metí mi mano en su pantalón. Lo había entendido, quería que se viniera dentro de mí, en mi boca.
- “No es necesario, me encanta hacerlo sin que tengas nada mío en tu boca, más que la mía.”, respondió sonreído.
- “¿Y si te dijera que quiero hacerlo, que tengo el deseo de hacerlo?”, contesté ansiosa.
- “Te diría que estoy soñando, y estoy en una de mis fantasías.”, exclamó algo nervioso.
- “Entonces déjame hacerlo, solo cierra tus ojos, y disfrútalo.”
¿Te atrapó la historia de “Te odio y te deseo”?
No te quedes con la intriga… Descubre cómo continúa este apasionante relato y déjate llevar por cada emoción.