Capítulo IV
Importante:
El contenido ofrecido de forma gratuita es únicamente para uso personal. No se permite su reproducción, redistribución ni uso comercial sin autorización expresa del autor. Al acceder a este contenido gratuito, aceptas los términos completos de uso descritos en la obra.
Camino al ascensor, me llené de locas ideas sobre mi sorpresa, y todas incluían sexo. Pero ¡era una locura!, porque el ascensor tenía cámaras, y yo jamás me permitiría hacer eso. Cuando subimos, me llevó contra la pared del fondo, mientras me besaba dulcemente.
- “¡Ni lo pienses, jamás lo haré aquí!”, le advertí.
- “¿De qué hablas?”, respondió.
- “No tendremos sexo aquí, hay cámaras, y no, ¡No lo haré, hagas lo que hagas!”, le dije, mirándolo fijamente.
De pronto metió una de sus manos al bolsillo, y sacó un pequeño dulce.
- “Este caramelo me recuerda mucho a ti… tiene una costra dura y agridulce por fuera, pero es muy, muy dulce y suave por dentro. Lo compré hoy para ti.”
Me sentí como una idiota superficial, mientras el sacaba el dulce de su envoltorio, lo metía en su boca y, con un beso, lo metía dulcemente en la mía.
- “Te prometo, que alguna vez, lo haremos en el ascensor. Y te gustará tanto, que no podrás resistirte, aunque existan cámaras, y todos tus vecinos se enteren. Ese día llegará, pero no será pronto.”, me lo dijo, susurrándome al oído, y besando mi mejilla.
¿Cómo podía desafiar así mi mente?, ¿y mi cuerpo? Sentía curiosidad, y a la vez miedo, por todas las emociones que me hacía sentir. Cuando entramos a mi departamento, le di un breve tour.
- “Serás bienvenido, cuando quieras. Solo tengo una regla, para quienes me visitan con fines sexuales.”, le dije.
- “¿Cuál?”, me preguntó sonreído, pero curioso.
- “Debes traer tus propios condones.”, y me reí de él.
Él solo sonrió, mientras veía todo alrededor.
- “Es una lástima, porque pensaba terminar lo que empezamos la otra noche. Pero no tengo más condones. ¡Qué lástima!”, contestó.
Plantó su mirada en mí, esperando que le dijera que lo hagamos, sin más. ¡No lo haría!, no cedería antes de tener una relación exclusiva con él.
- “Si es una verdadera lástima, … será otro día.”, le dije, un tanto triste.
Y me acerqué a la puerta, como invitándolo a irse. Mientras le abría la puerta, puso su mano sobre la mía, y empujó la puerta hasta cerrarla.
- “¿Qué haces? Te dije que no lo haríamos”.
Me tomó de la mano, mientras me llevaba hacia la habitación.
- “Haré varias cosas contigo, que no requieren de un condón. Solo por cerrar nuestro primer encuentro, no quiero que recuerdes ese día sin una conclusión adecuada.”
Sí, sería algo inadecuado, definitivamente, pero ¿cómo negarme a sus locuras? Era un hombre fascinante, que lograba eliminar mis defensas con solo mirarme. Se detuvo junto a la cama, y empezó a tocarme suavemente, por todas partes. Comenzó a morder suavemente mis labios, y me hizo entrar en calor.
- “Si tu no quieres, me detendré, te lo prometo. Jamás haremos algo que tú no quieras.”
- “Lo deseo, pero no tenemos preservativos.”, le dije, algo preocupada.
- “Quiero que sepas que no he estado con nadie, desde hace mucho tiempo, así que realmente no tienes por qué preocuparte. Pero solo haré lo que tú me permitas … hay muchas otras cosas que podemos hacer, que no implican que te penetre”, y sonrió pícaramente, “solo cierra tus ojos, y no los abras, hasta que te lo pida.”
- “¡No lo haré!”, respondí emocionada.
Se quitó su camisa, y luego empezó a quitarme la ropa, suavemente. Mientras abría los botones de mi blusa, pasaba sutilmente su lengua por mi pecho, mordía mis senos, lamia sus cumbres. Yo me sostenía fuertemente de sus brazos, y sentía venir el calor entre mis piernas. Cuando culminó arriba, siguió con mi falda, … sentí que se ponía de rodillas y abrí los ojos, por impulso, para ver qué pasaba.
- “No puedes abrir los ojos, me lo prometiste.”
- “Lo siento, no lo vuelvo a hacer …”, contesté sonriendo.
Me quitó la falda y las medias, y se detuvo un momento en la ropa interior. Me tomó de las piernas y empezó a bajarme las bragas con la boca. Podía sentir su ardiente aliento bajando por una de ellas. Y luego, me tocó … me tocó ahí, tan suavemente, pero con ritmo, intercalando su mano con su boca, y me costaba mucho estar de pie … mis piernas quemaban y temblaban. Luego, me tomó de la mano, y me recostó en la cama. Abrió mis piernas, y se acercó lentamente a mí, rosando con su lengua al subir, directo a mi oído.
- “Sentirás un inmenso deseo, de que te penetre. No me lo pidas, porque lo haré. Solo date tiempo para llegar, y mientras eso pasa, …. disfruta.”
- “No lo pediré, no soy tan débil como crees.”, le respondí, un tanto molesta.
De repente bajó y me besó en la vulva, tan deliciosamente, que mis piernas se movían a voluntad. Lamia, chupaba, besaba, … arremetía contra mí con fuerza y con mucha pasión. Sentía el calor invadiéndome, y unas inmensas ganas de que me penetrara duro, fuerte … como la primera vez.
- “Olvida lo que te dije, por favor, dámelo … duro, por favor, ¡te lo suplico!”
Se detuvo un momento y me dijo: “me encanta que supliques, pero no”. Sentí como metió sus dedos dentro de mí, pero no dejaba de lamerme la vulva. Fue una sensación extraña, pero deliciosa. Yo gemía del placer, y solo quería que me tomara con fuerza.
- “Por favor, hazlo. ¡Hazlo!”, le pedí casi gritando.
Él se detuvo, y me miró fijamente.
- “¿Estás segura?”, me preguntó.
- “Si, esto segura. Dámelo, ¡ya!”
Y lo hizo … y fue mucho mejor que la primera vez. Sentí su piel frotándose dentro de mi, su calor, su dureza, toda su virilidad, ¡era perfecto! Llenaba todos mis espacios, y todos latían por él. Me tomó tan duro, que yo gritaba del placer, y él se extasiaba escuchándome. Mordía mis pechos, con cierta dureza, y yo gemía fuertemente cada vez que me clavaba. Todo mi cuerpo vibraba con él, con su respiración agitada, con su cuerpo ardiente sobre mí. Me hizo suya, y me llenó de él tan ferozmente, que pude sentí sus fluidos entrar en mi vientre. Cuando todo terminó, ambos estábamos tan exhaustos que permanecimos un largo momento en silencio, escuchando solamente nuestro aliento agitado.
- “Puedo abrir los ojos?”, le pregunté
- “Si, ¡ya ábrelos!”, me dijo riendo.
Si … lo hizo una vez más, ¡me sacó de mi zona segura! Él hacia conmigo lo que quería, y yo se lo permitía. Nos bañamos juntos, apenas tocándonos. Pude ver como habían quedado señales de su recorrido en todo mi cuerpo, varias huellas de su boca y de sus manos. Él miraba mi cuerpo con gusto y placer, como si me hubiese marcado. Fue tan extraño, que me invadió cierto temor. Estaba cruzando rápidamente todas mis fronteras, y no sabía hasta qué punto podría llegar, si seguía dejándolo avanzar.
Se vistió rápidamente, y arregló mi cama, para hacerme recostar.
- “Descansa, yo vendré a verte mañana temprano. Quisiera salir contigo, a dar un paseo.”
- “¿No vas a quedarte?”, le pregunté, algo inquieta.
- “No, debo hacer algunas cosas en mi departamento, muy urgentes.”, respondió algo evasivo.
Me tomó de la cara, y besó mi frente. Lo vi salir rápidamente de mi habitación, como si huyera de mí, de la posibilidad de extender su visita más allá del sexo. Una hora después, me encontraba mirando el techo del cuarto … me era imposible dormir. ¿Por qué no quiso quedarse? Si, lo nuestro era algo muy reciente, y era algo lógico que se fuera, pero definitivamente yo no esperaba que fuera solo sexo. Quería que fuese distinto a mis fantasías, que llegáramos más allá del orgasmo, a la intimidad plena. Yo esperaba tener un despertar junto a él … ¡abrazados!
Al día siguiente, sonó mi teléfono, una y otra vez. No contesté, aunque moría por hacerlo. Llegó a golpear la puerta de mi departamento, pero no fui capaz de abrir.
- “Hola, sé que estás ahí, porque el portero no te ha visto salir. ¿Por qué no sales? ¿Por qué no contestas tu teléfono?”, se le oía bastante angustiado.
Escuché que se retiraba, y luego el ascensor bajó. Media hora después, recibí un mensaje de voz:
- “Por favor, si en algo me equivoqué contigo, discúlpame. Solo quiero que hablemos. Llámame, estaré esperando.”
No lo llamé … estaba furiosa conmigo misma. Ese fin de semana fue muy difícil para mí, moría por besarlo, por estar junto a él nuevamente, pero temía que su puesta en escena solo fuera para llevarme a la cama. Yo solo quería mi amanecer, y le dejaría todo lo demás, incluido el control del placer: donde, cuándo y cómo hacerlo. Pero sabía que no pasaría, ya lo había vivido antes con mi ex: las conductas extrañas de abandono que uno deja pasar, por aferrarse a alguien o algo, y que al final terminan destrozándote.
La relación con mi ex fue casi perfecta, mientras duró. Solo hubo un detalle al que jamás le di la suficiente importancia: siempre quise conocer a su familia, pero él siempre lo evitó. Muchas veces discutimos al respecto, y yo terminaba pidiéndole perdón, para evitar que se fuera. No podía repetir los mismos errores del pasado, debía marcar mis fronteras, o terminaría conquistada y derrotada. Al día siguiente, tocaron nuevamente a mi puerta. Salí del cuarto, y encontré una nota que él había deslizado bajo la puerta.
- “Hablemos. No me dejes esperando. 2 pm. Restaurante …”
Sentí el deseo de salir corriendo a verlo, pero logré contenerme, y él se quedó esperando. Una hora después, me llegó un mensaje de voz. No se escuchaba nada más allá de su respiración, y varios intentos por decir algo.
En la oficina, fue un eterno tormento. Él trataba de abordarme, mientras yo buscaba no quedarme a solas con él, ni permitirle hablar conmigo por ninguna razón, aunque fuese laboral. Sin embargo, no duraría mucho tiempo hasta que él encontrara la oportunidad perfecta de hacerlo.
- “Debo hablar contigo, sobre el informe que presentaste. Hay varios puntos discutibles que debemos resolver.”, me dijo seriamente.
- “Este momento no tengo tiemp…”
- “El informe debe entregarse mañana, debe resolverse hoy. Te espero en mi oficina.”, recalcó bastante molesto.
No tenía alternativa … debía confrontarlo con mi verdad. Estaba segura que mis expectativas superarían su deseo, y me dejaría ir. Él gustaba de nuestros encuentros sexuales, de mi entrega absoluta, pero seguramente no estaría dispuesto a ir más allá.
¿Te atrapó la historia de “Te odio y te deseo”?
No te quedes con la intriga… Descubre cómo continúa este apasionante relato y déjate llevar por cada emoción.