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Te odio y te deseo

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Capítulo I

De pronto, se acercó a mí. Era evidente mi atracción hacia él y, por la forma en que mi cuerpo reaccionaba, lo invitaba abiertamente a tomarme. Mi aliento visiblemente agitado, mis manos inquietas y sudorosas, y mis ojos entrecerrados, esperaban el momento en que decidiera, finalmente, hacerme suya.

  • “¿Estás lista?”, susurró en mi oído.

Mis ojos aceptaron, mientras los suyos me invadían por completo. Cruzó todos los límites de la cercanía con sus ardientes manos y su necesidad de tocar con ellas cada espacio cubierto de mi cuerpo. Una de ellas se deslizó sobre mi blusa, hacia mi pecho … y alertó a mi mente sobre el temor a lo desconocido.

  • “Espera.”, le dije apartándome sutilmente.

Más su mano abrió rápidamente el camino, sacudió mi escote, descubrió mi pecho, y con sus húmedos labios beso primero, y mordió sutilmente después, … enloqueció mi mente. Su calor encendió mi vientre, y borró todo pensamiento. ¡Cómo decirle que no, si yo también lo deseaba! Cuando vino a mí su desnudez, le dije que se detuviera, tenía miedo de perderme en el deseo. Pero ya era tarde, su humedad yacía por todas partes. Lo apreté contra mí, fuertemente, con mis brazos, con mis piernas …. y con todo mi deseo. Lo sentí entrar dentro de mí, tan fuerte, que quemaba.

  • “¡Más fuerte, por favor, más fuerte!”, le repetí una y otra vez.

Me lo hizo húmedo …. me lo hizo candente y muy, pero muy duro. Explotó en mi ser tan invasivamente como los latidos fuertes de mi corazón, que parecían extenderse hacia todo mi cuerpo.

Finalmente abrí los ojos y me encontraba, como otras veces, sola en mi habitación. Había pasado una noche más entre mis fantasías y deseos, en los que buscaba perderme, y olvidarme de mi misma y de mi realidad. Al final, todas esas fantasías se desvanecían como lo hacen los sueños y los pensamientos en los que habitamos, con los que intentamos sobrellevar nuestros miedos, nuestras carencias, y nuestros anhelos.

Extrañaba tanto despertar con una pareja: un cuerpo dormido junto al mío, su tibieza, su compañía, a veces tan alucinante, y otras tan normal, como cualquier relación. ¿Es malo temerle al despertar?, ¿a que la fantasía que mi mente recrea, noche a noche, sea mejor que la realidad? Mientras tomaba un café, pensaba intensamente en ello, y en lo aburrido y tremendamente solitario que sería ese día.

Durante la tarde, una llamada cambiaría por completo mis planes:

  • “¿Vamos a cenar?”, preguntó.
  • “Claro, te espero en el lugar de siempre.”, respondí.

Era mi amiga Liz, … ¡siempre estaba tan pendiente de mí! Pensaba que volvería a derrumbarme, como cuando él se fue. Había pasado un largo tiempo, pero las heridas aún no sanaban. El abandono, pero ante todo la necesidad de una explicación que nunca llegó. ¿Cómo te entregas nuevamente a alguien?, y ¿cómo vuelves a confiar? Mis fantasías eran mi lugar seguro, donde no existía el amor, solo el contacto físico. En ellas no cabían las mentiras, ni el engaño, porque jamás traspasarían la línea de lo físico a lo emocional. Yo me refugiaba en ellas, para no pensar en su abandono ni en mi soledad, para sentirme amada pero nunca más traicionada o herida.

  • “¿Vas a venir Liz? ¡Ya es tarde!”, pregunté.
  • “Lo siento, surgió un imprevisto. Discúlpame, ¿sí?… ¿Qué tal mañana?, no me digas que no.”, respondió preocupada.
  • “Ok … mañana, aquí estaré.”, le dije tremendamente decepcionada.

Mientras terminaba mi cena, noté la presencia de un nuevo mesero que atendía una mesa, al fondo del pasillo. Intenté llamar su atención, para verlo más de cerca, pero respondió rápidamente el mesero asignado a mi mesa. Pedí la cuenta y, luego de pagar, me detuve un momento en la puerta a buscarlo. Lo encontré, mucho más cerca para apreciarlo: tenía una hermosa sonrisa, unos carnosos labios y unas manos que parecían ser bastante fuertes para encender cualquier pasión.

Camino a mi departamento, no pude evitar cuestionarme: ¿realmente soy tan superficial?, ¿acaso ese es mi problema? Marlon, mi ex, era un hombre apuesto, inteligente, amable… lo era todo para mí. Éramos amigos, confidentes, y nos encantaba despertar juntos … era casi perfecto. Jamás advirtió su partida … lo llamé, lo busqué, pero nadie me dio razón de él. Sus amigos negaron saber las razones, ni donde se encontraba. Pero, en el fondo de mi corazón, yo siempre supe que algo me ocultaba. El amor es capaz de cegarnos, y a mí me hizo negar e ignorar la realidad. Toqué tanto a la puerta de su recuerdo, que eventualmente, me cansé. Esa noche decidí dejar su historia en el pasado y comenzar la búsqueda de algo real. No podía seguir fantaseando con cada hombre atractivo que aparecía en mi camino. Necesitaba un hombre que me hiciera sentir feliz otra vez. Las fantasías eran excitantes, pero lo triste de ellas es encontrarse sola al terminar. ¿O tal vez era lo mejor? ¡Mis fantasías y yo teníamos una química perfecta!, pero su desenlace era siempre triste y solitario.

Decidí tomar un baño antes de dormir. Llené la tina de agua caliente, y me sumergí en ella, buscando distraer mi mente. Mientras pasaba la esponja lentamente por mi cuerpo, vino a mi mente el camarero. Era un hombre realmente atractivo, alto, y sexy … ¡sí que lo era! Empecé a crear una fantasía de él, reviviendo el momento en que lo vi en el restaurante, imaginando que se acercaba a mí, y sentíamos una conexión sexual entre ambos. Me pedía mi dirección, para vernos luego, y yo accedía al encuentro. Él debía entrar ese momento, mientras estaba sola y totalmente deseosa. Cerré mis ojos, y caí nuevamente en mis fantasías, ¡no podía evitarlo!

Mientras se despojaba de su ropa, noté todo en él … me encendieron sus atributos, su cuerpo, su mirada profunda. Me sacó de ahí, tomándome sutilmente de la mano, para llevarme a la ducha … el agua mojó toda su espalda mientras me cubría con su musculoso cuerpo. Me colocó de espaldas contra la pared, mientras el agua cálida nos humedecía.

  • “¿Estás lista?”, me preguntó.
  • “Si, lo estoy. Llévame lejos, por favor.”, le respondí.

Levantó una de mis piernas, y penetró mi cuerpo con gran intensidad. Yo llenaba de besos su cuello, su torneado pecho, y rodeaba su espalda con mis brazos. Le pedí que no se detuviera, que necesitaba estremecerme en él.

  • “Sólo debes dejarte llevar.”, me dijo agitado.
  • “Si, lo haré…. haré lo que me pidas.”, respondí ansiosa.

Bajó por mi pecho, y llegó lentamente a la vulva. Y con su lengua, arrancó todos mis gemidos … me llenó de placer y, con ello, dejé que penetrara mi cuerpo, a su gusto. Todo mi ser, latiendo fuertemente, y llegando al clímax una y otra vez. Al salir de esa cálida tina, y de aquella hermosa fantasía, sola y totalmente húmeda, lo entendí: ¡Debía despertar! Y buscarme un pasatiempo que liberara mi mente de una vez, o tal vez un hombre … o ambos.

Toda la semana llegue tarde a la oficina, pues salía a trotar temprano en un pequeño parque, cerca de mi departamento. “Debe existir una mejor forma de encarrilar mis emociones, mis pensamientos, y mis anhelos”, me repetí cada mañana, hasta aquel día.

  • “¿Llegando tarde otra vez?”, preguntó Dylan, un compañero de trabajo.
  • “Si, me quedaré hasta más tarde, ¿algún problema?”, le contesté molesta.

Cada vez que lo veo, quiero salir corriendo en el sentido opuesto. Es todo un personaje odioso e impertinente. Nunca pierde la oportunidad para decir lo que piensa de mí, de mi forma de vestir, de lo que hago y lo que no. Si me pidieran una razón para dejar este trabajo que tanto amo, sería él … sin dudarlo. Siempre encontraba la forma de fastidiarme el día, siempre.

  • “Hoy debemos quedarnos luego de las 6pm. El jefe cumple años, y tienes que estar presente.”, dijo Claire, otra compañera del trabajo. Era la mano derecha del jefe, y también su pareja sexual.
  • “Claro, me quedaré.”, le respondí.

El día pasó tan rápidamente, que apenas tuve tiempo de pensar en mí misma. Solo esperaba que la reunión terminara pronto, pues tenía mi cena con Liz, y necesitaba tanto hablar con alguien.

Al llegar a la sala de reuniones, me encontré con la mesa del cumpleañero: parecía claramente un mini bar, con un sinfín de bebidas alcohólicas. ¿Tenían la intención de festejarlo o emborracharlo?, ¿acaso iban a pedirle un aumento?

  • “Y … ¿compraron algo para comer?”, pregunté.
  • “Claro, el pastel.”, contestó Claire.

Después que el cumpleañero soplara la vela, empezó a rodar el licor. Estaba totalmente dispuesta a huir, a la primera oportunidad. Así que aproveché que todos estaban conversando muy amenamente, tomé mi bolso, y caminé hacia al ascensor. Nadie se había dado cuenta que estaba por salir, excepto Dylan.

  • “Dijiste que te quedarías hasta más tarde, pero apenas han pasado 10 minutos de las 6pm. No me digas, ¿tienes novio?, ¿está esperando abajo para llevarte?”

Su sonrisa burlona, me estaba matando por dentro. Sabía bien que no tenía a nadie en mi vida … todos en la oficina lo sabían, pero solo quería molestarme, golpeando donde más dolía.

  • “Si, si tengo … y está en mi departamento, esperando ansioso mi llegada. Pero, ¿tú crees que deba quedarme?, ¿hay algo que sea más excitante que eso, aquí?”, le respondí acercándome desafiante a su rostro. Le había regresado su golpe bajo, lo noté en sus ojos.
  • “Eso depende de que tan buena seas en la cama. Posiblemente llame y nos pida que te retengamos un par de horas. De todas formas, llegaste tarde en la mañana, debió ser culpa de él, ¿o no?”, me contestó.

¡Maldito, maldito! Lo odiaba tanto.

  • “Si, tienes razón, es mejor dejarlo esperando… así nuestro encuentro será más placentero”, respondí con sutileza. 

Cuando iba de vuelta a la reunión, recordé su tonta insinuación. Volteé y vi su sonrisa burlona de nuevo, ¡no lo soportaba!

  • “Y sí, soy muy buena en la cama. Una lástima que no seas mi tipo, … pues jamás saldrías de ella.”, le dije, mirándolo fijamente.

Él solo se sonrió, mirándome de una forma extraña, y se fue. ¿Qué se imaginó?, ¿qué lo estaba seduciendo acaso? Me alejé rápidamente, para reprimir mi impulso de poner mis manos sobre él… Es decir, no quería ponerle las manos encima, solo mi puño. Porque lo desprecio, y jamás, ¡jamás!, lo dejaría acercase a mí.

Fhernanda Oravia (pseudónimo) ha encontrado su voz en el fascinante mundo de la literatura erótica. Con una pluma que combina sensualidad y profundidad emocional, explora las complejidades del deseo, el romance, y la fantasía, creando relatos que cautivan a lectores y lectoras por igual. 

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