Importante:
Los capítulos ofrecidos de forma gratuita son únicamente para uso personal. No se permite su reproducción, redistribución ni uso comercial sin autorización expresa del autor. Al acceder a este contenido gratuito, aceptas los términos completos de uso descritos en la obra.
Capítulo II
- “Perdón … espero no haberte hecho daño … perdóname.”, dijo visiblemente angustiado, mientras acariciaba mi rostro, tan dulcemente, que ¡lo amé!
- “Aunque quisieras, no podrías. ¡Gracias por el beso, ha sido el mejor regalo de cumpleaños!”, le respondí, mientras sonreía.
Se fue con la promesa de que mantendríamos oculto lo que había pasado esa noche. Aunque realmente no había algo de lo cual avergonzarnos, para él era importante que mi hermano no lo supiera.
Seis meses después, tuve que hacerme un chequeo de rutina en la clínica donde trabajaba mi hermano. Él me había conseguido una cita con un médico de su confianza, y no podía faltar.
- “¿Hasta cuándo tendré que hacer esto? … no te imaginas lo terriblemente incómodo que es.”, le reclamé, molesta.
- “Toda tu vida … y lo siento mucho, pero mamá me hizo prometerle que me encargaría.”, respondió también molesto.
Mamá murió de cáncer de seno hace tres años. Fue sorpresivo para todos y, aunque luchó intensamente por vivir, la enfermedad finalmente se la llevó. Y en nombre de su amor, sumé una promesa más a todas las que había acumulado a lo largo de mi vida: hacerme un chequeo general cada año.
- “El Dr. González es muy bueno… estoy convencido que te sentirás muy cómoda con él. Regreso por ti en una hora, tengo que atender unos pacientes.”
- “Si ese Dr. no llega en media hora, me iré … ¡te lo prometo!”
- “Tranquila, ya viene…”
Mientras esperaba, me puse a chatear con una amiga a la que no había visto desde la fiesta:
- “Y el chico guapo, con el que te quedaste hablando en tu fiesta … ¿lo has vuelto a ver?”
- “No … no lo he vuelto a ver. Y tampoco puedo buscarlo, porque es el mejor amigo de mi hermano. Literalmente ‘está prohibido’.”
- “¿Prohibido? Lu, no te engañes, tu no conoces ese término.”
- “Él es diferente, Caro ¡Y me encantaría volver a verlo! … pero es mejor así.”
- “¿Diferente? Por favor, ¡todos los hombres son iguales!… solo que unos tardan más tiempo que otros en mostrar sus verdaderas intenciones.”
- “Puede ser. Sabes, tal vez sea mejor no volverlo a ver, y así mantener la impresión que me dejó.”
- “Mmmm… Al parecer te caló hondo Lu, y te entiendo. Un poco anticuado para vestir, un tanto mayor para mi gusto, pero ¡suuuuper guapo! Ojalá lo vuelvas a ver, y me lo cuentas todo, ¿sí? No puedes dejarlo pasar … no te lo perdonaré, ni te lo perdonarás.”
- “Ok … si lo vuelvo a ver, te lo cuento. Aunque pasará mucho tiempo, créeme.”
El médico tenía 15 minutos de retraso, y empezaba a impacientarme. Y, de repente, lo vi.
- “Hola Lu… ¡qué gusto volver a verte!”, dijo mientras me besaba la mejilla.
¡Era él!, pero no lo era … estaba cambiadísimo. Era su ropa, un tanto juvenil para su edad, su cabello algo largo, y su crecida barba. El hombre prolijo, de porte señorial, ya no estaba en él, pero ¿qué le ocurrió? Debía ser ella … o por ella. Sin embargo, no dejaba de ser un hombre terriblemente guapo … ¡era un príncipe!
Entré algo temerosa a su consultorio y, mientras lo veía ponerse su bata blanca, pensaba en alguna forma de escapar de ahí. No quería que él me atendiera … que me viera. Si iba a verme desnuda, debía ser en la intimidad … yo me vería muy sensual, y él debía estar dispuesto a tomarme por completo.
- “¿Sabes algo? No me siento lista para esto. Tal vez pueda venir otro día…”
- “No tienes por qué estar nerviosa. Tu hermano me dio tu caso, porque confía en mí y porque soy un buen médico. Créeme cuando te digo que voy a tratarte profesionalmente.”, dijo mientras me tomaba de la mano.
Me puse a temblar y no pude evitarlo. Mi madre había muerto de cáncer, tan terriblemente, que era difícil para mí procesar la idea de que yo también pudiera tenerlo. Y por otra parte lo tenía a él, el primer hombre que me había movido el piso desde aquel amor juvenil … no quería que me viese como una paciente, y mucho menos si estaba enferma.
- “No puedo, lo siento … no quise hacerte perder el tiempo.”, respondí ansiosa, mientras me levantaba de la silla.
Él se apresuró para evitar que saliera, tomó sus manos con las mías, y me habló dulcemente.
- “¿Te sentirías mejor, si es otra persona quien te atiende? No te hagas esto Lu, eres una mujer fuerte, y tienes que enfrentarte a la realidad por ti, por tu familia … por tu futuro.”
Se mostraba tan interesado en mí, que no pude evitar sonreírme. Finalmente, no pude negarme a su petición. Él tenía razón, debía luchar por mi vida, y no podía hacerlo bajo la ignorancia de mi situación. Llamó a una colega, y me hicieron varios exámenes. Al terminar, y luego de una larga espera por mi hermano fuera de su consultorio, recibí un mensaje de texto.
- “No voy a poder verte. Estoy complicado con mis pacientes. Le pedí a Francisco que esté pendiente de ti, y que te lleve al departamento. ¡Perdóname Lu!”
¿Me dejaba plantada, otra vez? No lo podía entender. Y tampoco quería esperar a nadie para ir a casa, podía hacerlo sola. Me sentía tan incómoda, tan triste. Recordé a mi madre y como su vida se desvaneció tras las puertas de un hospital y, sin poder evitarlo, lloré…
- “¿Te ocurre algo?, ¿te sientes mal acaso?”, preguntó Francisco.
- “No… solo estoy un poco sentimental.”
- “Vamos, te invito a un café. Y así conversamos un rato. ¡Te hará bien!”
No había pasado mucho tiempo desde que nos sentamos. Yo estaba totalmente perdida pensando en lo que pasaría si algo salía mal con los exámenes, ¿qué sería de mi vida … de mi futuro? Solo quería salir corriendo y olvidarme de todo. Necesitaba tanto de algo que me hiciera olvidar, que me hiciera sentir bien, aunque fuera por un momento. Entonces lo vi, frente a mí, y pensé que él podía confortarme como yo necesitaba.
- “Gracias por traerme aquí … pero ¿sabes?, necesito que me ayudes… ¿lo harías?”, le dije, mientras acariciaba su rasposa mejilla, llena de barba.
- “Lo que necesites, dime ¿qué quieres que haga?”
- “Quisiera que me lleves a mi departamento … y me hagas tuya, como debiste hacerlo la noche de mi cumpleaños.”, le dije, visiblemente ansiosa.
Entonces me miró diferente … como si yo no le fuera del todo indiferente. Pero bajó la mirada, cediéndole el paso al ser racional.
- “No lo haré… no puedo hacerlo … no.”
- “¿Siempre eres tan correcto? … ¿nunca te has dado la oportunidad de perder, aunque sea un poquito, el control de las cosas?”
- “Sí, hace mucho tiempo ya. Pero ahora soy diferente … y gracias a ese cambio perdí al amor de mi vida (suspiro). Según ella, debo trabajar en eso, en mi obsesión por lo correcto … por lo aburrido.”, dijo con una sonrisa sarcástica.
Le tomé de la mano, y sin decir más, lo llevé a mi departamento. Él entendió en mi mirada que yo lo necesitaba, y a la vez, él también necesitaba de mí. Nos fuimos en su auto, y mientras conducía tomó mi mano y la beso, varias veces, y en cada una de ellas sentí quemarme. Yo me sumergí en el anhelo de sentirme abrazada por su pasión, consumida en el deseo de ambos … ¡de perderme totalmente en él!
Cuando llegamos, lo llevé hacia el sofá, y me desnudé frente a sus hermosos ojos azules. Él aguardó con calma, mientras me rosaba toda con su mirada … me acerqué a él, y lo besé con pasión. Nos besamos, nos tocamos … nos encendimos hasta gemir del deseo. De pronto, sentí como me levantó entre sus brazos, y entramos a mi habitación. Me recostó sobre la cama, y cubrió lentamente mi desnudez con una fría sábana. Se desnudó rápidamente, y pude contemplarlo por completo: era mucho más de lo que esperaba, y ciertamente me inquietó. Se puso sobre mí y, mientras acariciaba mi rostro, me hizo una confesión inesperada.
- “Eres tan hermosa … tan suave y diferente a todo lo que conozco, que tengo miedo …”
- “¿Miedo a qué?, … no voy a romperme, ni voy a comprometerte, yo…”
- “No quiero enamorarme Lu … no … no puedo hacerlo otra vez … ¡duele demasiado!”
Lo miré fijamente a los ojos, y noté que yo le gustaba tanto como él a mí. Estábamos ahí, justamente sobre el límite de nuestros impulsos, esperando a saltar hacia algo que tal vez no podríamos manejar. Pero lo deseábamos, tanto y tan ansiosamente, que nuestra respiración nos delataba. Él estaba esperando que yo lo detuviera, que pusiera un freno a nuestro arrebato, porque él no era capaz de hacerlo. Le gustaba y estaba herido, una combinación mortal a la que solo le hacía sombra la figura de mi hermano y su promesa de cuidar de mí.
- “Entonces, no te enamores. Tómame aquí y ahora, y después déjame ir. No te detendré, y no te buscaré … lo prometo.”, dije mientras besaba sus carnosos labios.
El titubeó por un momento, pero la gravedad de nuestros cuerpos pudo más. Recorrió con su boca cada rincón de mi piel y, mientras lo hacía, cuidaba constantemente de mi placer. No quería herirme, ni abusar de mi gusto por él para cumplir sus propios deseos. Yo lo habría dejado hacer lo que quisiera, pues me derretía ardientemente entre sus brazos. Jamás me había sentido tan segura, tan protegida, y tan excitada, como me sentí con él. Acercó su cuello a mi boca y, entonces, lo besé apasionadamente.
- “No, no hagas eso … por favor …”, suplicó.
Pude sentir como su vientre se encendía cada vez que lo hacía. Y no me detuve, hasta que él liberó totalmente su arrebato sobre mí. Tomo su miembro y me penetró fuertemente, una y otra vez, mientras yo me abrazaba al calor de su cuerpo. Miró el placer en mis ojos, tomó mis manos, y las puso sobre mi cabeza, mientras yo le susurraba al oído “dame más … más fuerte” … y lo hizo.
Fue perfecto, muy apasionado, pero a la vez tierno y protector. Nos quedamos abrazados, mirándonos a los ojos, intentando comprender lo que estaba pasando, … y yo quería decirle tantas cosas, como: ¡me encantas!, ¡quiero seguirte viendo!, ¡no me dejes!, …. palabras que no salieron de mis labios, pero que seguramente mis ojos le dijeron. Finalmente, él me abrazó contra su pecho, besó mi frente, y me cubrió con su calor hasta que me quedé dormida.
Al despertar, él se había ido, dejando una pequeña nota en la almohada que decía “El calor de tu cuerpo, después de hacer el amor”. ¿Qué quería decir con eso?, ¿acaso que yo le gustaba?, ¿le gusté en la intimidad?, ¿o le gustó abrazarme? Mi mente divagó por horas en torno a su mensaje, hasta que en la noche me envió un mensaje:
- “Hola linda, ¿estás bien?”
- “Si, muy bien, pero ¿por qué te fuiste, sin despedirte siquiera?”, le respondí.
- “No quise despertarte. Dormías hermosa y profundamente.”
Y me hizo sonreír, como una tonta enamorada.
- “¿Qué significa la nota?”
- “Bueno … una vez me preguntaste sobre lo que más me gustaba en una mujer. Pues, esa es una de las cosas que me gustan de ti.”
No supe cómo responder a eso. Nuevamente estaban esas palabras ahí, intentando salir, mientras yo luchaba por mantener mi teatro de femme fatale.
- “Me encantó estar contigo, Francisco. Y si deseas visitarme nuevamente, solo debes escribirme … siempre estaré para ti.”
Cuando le envié esa frase, supe que me había equivocado. ¿Siempre estaré para ti? Sonaba desesperada y ansiosa. Estaba segura que no haría caso a tal insinuación.
- “¿Qué tal mañana? Tengo el día libre, y quisiera pasar a verte.”
No sabía que responder, ni cómo hacerlo. Moría por verlo de nuevo, y no podía dejarlo ir tan fácilmente de mi vida. No debía … ¡él era perfecto! Pero necesitaba llevarlo más allá de mi cama, si quería que se interesara realmente en mí.
- “¿Mañana a las 10:00? Tenía pensado asistir a una exposición de arte en la galería del centro. Podríamos encontrarnos ahí.”
- “Así lo haremos. Hasta mañana, mi hermosa Lu.”
- “Hasta mañana, mi dulce Francisco.”, respondí, totalmente enamorada.
No pude dormir en toda la noche, estaba ansiosa y preocupada … pero también esperanzada. Entendía las complicaciones de una relación con él: su amistad con mi hermano, su reciente ruptura amorosa, la diferencia de edades. Pero quería dejarme llevar por este sentimiento, hasta donde me llevara. Era tan intenso y nuevo que me sentía volando entre muchas ilusiones. Como siempre, buscaría vivirlo al máximo, aunque al final, ese mismo sentimiento terminara arrancándome las alas.
¿Te atrapó la historia de “Lo que tus ojos no ven”?
No te quedes con la intriga… Descubre cómo continúa este apasionante relato y déjate llevar por cada emoción.
¡Adquiere el ebook completo en Hotmart y sigue disfrutando!